Bullying Santa Fe

Un joven se suicida por la violencia padecida en la escuela de parte de sus compañeros. No es la primera vez ni será la última que ocurra en la ciudad ni en Argentina. He tratado este tema en otras ocasiones pero la repetición del mismo me retrotrae hacia aquellos análisis.

La escuela no educa ni contiene, todos sabemos eso. La escuela está para controlar y someter; pocos asumimos esto. En estas pocas líneas intentaré demostrarlo.

¿Cómo podría existir una educación (esto es: el desarrollo intelectual) sin el cuidado del desarrollo de los afectos de los niños y los jóvenes? Una primera constatación nos muestra que la institución educativa no tiene su razón de ser en la formación íntegra de los nuevos ciudadanos sino es su escisión cognitivo-afectiva.

En 2015 escribí un artículo sobre el caso del niño que se quitó la vida en la zona cordillerana argentina en similares circunstancias. El arquetipo se repite.

La escuela se fundamenta en la jerarquía académica (¿sí?), en la acumulación de conocimiento (¿una modalidad del poder?) y en la competencia calificativa. Por lo tanto, su primera función y misión social es enseñar el patriarcado; éste es su paradigma subyacente y operativo. El patriarcado jerárquico implica, precisamente, que el más fuerte somete al más débil. Ello está implícito en las condiciones institucionales de posibilidad de la escuela industrial, materialista, jerárquica y competitiva.

¿Quién protege a los niños?

Nuestro desarrollo cultural se asienta sobre el sacrificio de los niños, tanto en nuestra vertiente griega (Edipo Rey) como en la cristiana. Es hora de asumirnos.

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Exigencias

Los niños no pueden soportar la demanda de desarrollo “industrial” de nuestro Ego

El mundo de los adultos se debate en exigencias y anhelos de éxitos sociales y económicos, acelerados por la sociedad de consumo donde la apropiación del objeto conlleva la devoración del propio consumidor

En este contexto enajenante, los adultos dirigimos nuestras perspectivas frustradas hacia nuestros niños, cargando sobre sus frágiles espaldas la demanda de más y más “hacer”: pretendemos que se destaquen en un deporte (¡perdón!, quiero decir: ¡que sean millonarios!), que posean múltiples habilidades destacadas aun antes que pudiesen hablar, sencillamente: que sean el mejor y, por supuesto, ¡ricos! Esto lo denominó Jean Piaget: “la pregunta norteamericana”, cómo producir más y en menos tiempo.

Pero nuestras pretensiones no terminan aquí; exigimos todo esto en el contexto del mayor abandono afectivo de nuestros niños, puesto que estamos ocupados en “remendar” nuestro propio Ego con todo aquello que no hicimos cuando supuestamente la vida debió dárnoslo, aunque sólo se trate de abrazarnos a una botella o substancia para sentirnos… quién sabe qué…

Como lo titulamos, los niños no van a resistir esta situación. Sus pequeñas psiquis en desarrollo van a ir estallando de a poco a nivel colectivo, puesto que de un modo sublime pero eficiente, estamos sacrificándolos.

Pienso que, paulatinamente, estos acontecimientos nos conducirán a problemas psicopatológicos en los niños que no nos darán el tiempo suficiente para actuar, ya que al poseer ellos una menor capacidad de procesamiento mental que un adulto, no nos permitirán a los clínicos disponer del tiempo necesario para intervenir, adelantándose ellos a través de daños irreparables de su sistema nervioso debido al consumo de substancias peligrosas, hechos de violencia y muerte de otros niños y de sí mismos, trastornos del espectro psicótico -que son crónicos y dejan secuelas psicológicas irreparables e invalidantes. En pocas palabras: vidas de niños destruidas.

No conozco recetas mágicas que puedan dar la certeza del cuidado de los niños, pero sí es posible detener el afán por hacer de nuestro Ego: tan solo siéntate en el piso a jugar con ellos, sin reloj ni artefacto tecnológico que te distraiga, sin ningún objetivo que alcanzar, sin ninguna tarea que cumplir para otros, y quítate los zapatos, porque estás en “tierra sagrada”.

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Sentimiento de culpa

LA CULPA SIMPLIFICANTE

Incorporación

De modo similar a como un niño interioriza los juicios de valor a través de la educación en sus primeros años de vida, volviendo propios los contenidos que partieron de sus maestros, la Teología y los sacerdotes han hecho algo similar en el desarrollo histórico del cristianismo en Occidente.

En la Edad Media, la Inquisición (hoy denominada “Congregación para la Doctrina de la Fe”) ejecutaba a los que acusaba como herejes, a los que discrepaban con la Doctrina-Teología católica. Ingenuamente creemos que la violencia teológica ha terminado, porque ya no se asesina a nadie por estos motivos como hace pocos siglos; sin embargo, lo que ha sucedido es que se ha interiorizado, se ha vuelto sublime el proceso de la acusación con su acusador, los cuales se hallan dentro de nuestra psiquis actualmente.

Todo este mecanismo psicológico lo ha descripto magistralmente Sigmund Freud al referirse al asedio que recibe el Yo por parte del Superyó (portador de la conciencia de culpa). La Teología dogmática ha logrado la perfección de su propósito: la Inquisición ahora es interna e invisible, y ello es irreversible.

 La Teología nos acusa

Nuestro “santo inquisidor” (el Superyó educado por el paradigma del patriarcado) nos ofrece una versión simplificada de los problemas relevantes y críticos que padecemos, la cuestión es simple para él: “somos o no somos culpables” [to be or not to be –GUILTY]. De esta forma, a la manera de un embudo, toda la complejidad de la realidad decanta en un solo problema: si estamos o no estamos dentro del paradigma moral dominante.

¡Entonces surgen los rebeldes! ¡Aquellos que van a hacer todo lo contrario a lo que dicen los moralistas! Una pretensión cuya estupidez correlaciona de modo inverso con la violencia de la Teología Moral. Porque el problema no es el contenido de la moral, sino el mecanismo de polarización y exclusión que produce. Ser un revolucionario es lo mismo que ser un moralista, las dos caras de la misma moneda del sistema.

Usufructuamos de la culpa

Ya sea que nos sometamos a ella o que luchemos en su contra, en ambos bandos tenemos la misma fe y el mismo dios. El reprimido y el libertino adoran el mismo ídolo: la cognición moral de la realidad, esto es: LA CULPA.

Cuando se trata de caminar por la aldea bajo el sol de la culpa – no culpa, todo es más sencillo; nuestros mecanismos de afrontamiento de la incertidumbre que nos genera la realidad se reducen a uno solo. La complejidad del sistema se reduce y el chivo expiatorio ya ha sido señalado.

Por este motivo el Psicoanálisis ya no produce efecto: el analista introduce al analizante en una lucha contra el Superyó tras lo cual eso no produce ningún efecto sobre la vida real del individuo, más allá de una sensación pasajera de liberación de responsabilidades impuestas.

El paradigma sigue siendo el mismo…

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Insomnio

Samuel se despertó tres veces en la noche creyendo que su mentor Helí lo llamaba o lo molestaba con los achaques de la vejez. Sin embargo, Helí no lo había llamado ni molestado. Samuel padecía una clase de insomnio que lo hacía despertarse frecuentemente de noche, no pudiendo descansar naturalmente y sin comprender por qué le sucedía esto.

“Entonces Helí le dijo que tome un psicofármaco…”

¡Es una broma! No fue esto lo que sucedió, porque el maestro judío era sabio y comprendía que lo que no dejaba dormir a Samuel provenía de su profunda interioridad y que este impulso no debía ser aplacado sino comprendido. Helí le dice al joven Samuel que permanezca en su lugar, en la noche, que no busque la ayuda del maestro y que se predisponga para escuchar…

Es increíble la incomprensión que tiene la ciencia (no sólo la médica, la psicológica también) por lo que sucede en lo intrapsicológico profundo. El insomnio no es un problema menor, un ser humano no puede estar más de cinco días seguidos sin dormir porque moriría y, sin llegar a este extremo, el insomnio prolongado en el tiempo produce problemas cardíacos en el ser humano. No obstante estas amenazas, no es correcto forzar el dormir cuando éste no se produce naturalmente, sino que es preferible comprender las razones por las cuáles se produce.

  • A veces son factores cotidianos, relativos al trabajo muy próximo al horario de descansar, el exceso de café o el deporte nocturno. Estos aspectos de la cotidianeidad que inciden negativamente en el sueño deben ser considerados ante la presencia del insomnio.
  • Desde otra perspectiva, puede decirse que cuando el sistema nervioso no permite ingresar naturalmente al estado de adormecimiento es debido a que detecta un factor al cuál debe prestarle atención y que le representa un problema que no puede resolver. Dicho problema crítico ha de ser relevante puesto que impide una función autónoma (el sueño).
  • Aun así, existe otra configuración psíquica en la que se produce el insomnio que puede estar o no relacionada a los factores antedichos.

Toda época tiene lo que se denomina “espíritu de la época” (Jung) o mentalidad de un determinado tiempo y lugar cultural. Esta cosmovisión popular rige nuestra cotidianidad, es un paradigma de pensamiento a través del cual explicamos lo que nos sucede y de donde obtenemos los pensamientos que rigen nuestro actuar. De  modo subterráneo, toda época posee en su Inconsciente Colectivo un pensamiento divergente que se ha denominado “espíritu de la profundidad”, el cual remite a la sabiduría milenaria que acumulan las civilizaciones referida a temas trascendentes (no solamente de contenido espiritual, también el arte, la música, entre otros, se hallan en este plano).

El insomnio es relativo a una hiperexcitación de una zona del cerebro humano en el Neo-Cortex, la capa más evolucionada de aquel, que implica la racionalidad y el control de nuestra vida día a día. En el espíritu de nuestra época se halla el activismo, nuestras tensiones y preocupaciones, aquello que nos abruma.

El sueño nos lleva a un plano alterado de consciencia y conecta con aquel espíritu de la profundidad. Por lo tanto, el insomnio es una especie de conflicto entre una mentalidad y la otra y se produce para romper aquello que de lo cotidiano daña la mente humana. Esto que daña la psiquis humana no es un trabajo, un problema, o lo que fuere, sino el “Ego-control”. Nuestra educación racional tan valorada nos desarrolla la ilusión de que estamos en control de nuestras vidas y que ello es el objetivo máximo de un hombre o mujer; sólo es necesario una vivencia de límite real para que tomemos consciencia que esto es un error: de ningún modo controlamos nuestro destino y no tenemos la más mínima posibilidad de hacerlo.

El espíritu de nuestra época, nuestra cotidianidad, se rige por la razón y su capacidad de planificación futura (germen de ansiedad). El insomnio rompe con ello y nos conduce a un agotamiento extremo y aún a la depresión de nuestra energía mental. Nos lleva a un proceso psíquico divergente del de la racionalidad y que es el de la “percepción inconsciente”, asociado a los estratos más profundos de la corteza encefálica, relacionados a las capas evolutivas que tenemos en común con reptiles y aves.

–          ¿Qué te fumaste en la Facultad de Psicología? Alguno estará pensando…

CEREBRO ANIMAL:

Neo-cortex: sólo desarrollado en humanos – incipientes en otros mamíferos.

Cerebro mamífero: todos los mamíferos lo tenemos en común, también denominado cerebro medio o límbico.

Cerebro reptiliano: es el predominante en reptiles y aves, se halla en la parte más interna de nuestra masa encefálica.

–          “¡Nuestra capacidad racional es lo más elevado que tenemos y lo que nos distingue como humanos!”

–          ¿Lo dijo un nazi? No, un teólogo… o un filósofo… da lo mismo.

Estos razonamientos egocéntricos se refutan con Biología del secundario: la naturaleza en su evolución deja en el interior lo más importante y en el exterior de los organismos lo menos valorado, porque de esta manera protege las estructuras fundamentales ante los traumatismos externos: la musculatura externa protege los huesos, la estructura ósea a su vez protege a los órganos internos, puesto que éstos son fundamentales para la vida.

Pero volvamos al insomnio, lo que pretendemos decir es que el mismo responde a una necesidad de la psiquis humana de cambio en el proceso de pensamiento, que debe dirigirse hacia menos control racional y mayor percepción emocional-sensitiva.

El sacrificio de los niños

El peligro del confort

La mayoría de las personas que se allegan a la consulta psicológica lo hacen movidas por situaciones críticas y angustiantes y en búsqueda del bienestar perdido. No es la totalidad de los casos, pero sí la mayoría de ellos. Ante esta situación se dividen las aguas psicoterapéuticas entre los profesionales que buscan la recuperación del bienestar (a lo cual le llaman “salud”) y otros que no pensamos que la salud mental vaya por ese camino, sino justamente en la dirección opuesta.

“¡Malditos psicólogos que hacen sufrir a la gente!”

Sucede que la construcción mental del Ego implica un proceso interno por el cual un individuo coloca su seguridad y confort en aquello que valora, pero esto ha sido un error históricamente en la cultura, puesto que el psiquismo inconsciente posee un mecanismo autónomo que lo ataca y tiene un motivo para ello.

Esta búsqueda de seguridad y confort es peligrosa porque hace al Yo dependiente de lo que se la brinda y, al mismo tiempo, lo deja estancado frente a la necesidad de afrontar los peligros siempre existentes del mundo externo (¿por qué habría de preocuparse si está seguro y confortable como un niño en su lugar maternal). De modo que la psiquis humana se paraliza, se aletarga y cuando sobreviene una situación crítica que desestabiliza el bienestar cotidiano (un síntoma psicológico, o cualquier otro), el Ego se resquebraja y su desmoronamiento se realiza en “pedazos de angustia”.

Los psicoterapeutas “pro-status quo” intentarán pegar con el adhesivo de técnicas psicológicas los pedazos del Ego en búsqueda de reestablecer lo mejor posible el paraíso perdido; pero sabiendo que nada pueden contra el infortunio. Nosotros, los “psicoterapeutas malos“, intentaremos mostrarles que el sufrimiento de existir no se va a ir ni vamos a poder quitarlo, pero es posible aprender a utilizar esa TENSIÓN (ésta es la palabra clave) en búsqueda de una vida con sentido y que ese sentido es más importante y provocador de salud mental que cualquier bienestar.

Para resumir: el confort es peligroso porque cuando lo perdemos arrasa con todo nuestro Yo. Tarde o temprano, es inevitable que ello ocurra. Por el contrario, el camino angustiante (“narrow gate”) nos permite crecer permanentemente y desarrollarnos como personas reales a través del sufrimiento que nos toca. Quizás luego, la consciencia de nuestro lugar trascendente en la sociedad emerja desde las propias heridas abiertas.

Intento comprender una célebre frase ante la que siempre dudo…: “Felices los pobres”.

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Contenido del libro

ÍNDICE

PRÓLOGO

La beba en la calle… y el Doctorado en Psicología

CAPÍTULO 1. INTRODUCCIÓN

Psicoterapia: parte de la configuración actual de la cultura

Arquetipos

Argentina piensa con el mito equivocado

Paz en medio de inseguridad y violencia

Tres psiquis

CAPÍTULO 2. NOTAS SOBRE PSICOTERAPIA

Diálogo con Pamela

Tristeza no es angustia

Angustia: el día que Jesucristo dio cátedra a la Psiquiatría

El peligro del confort

Los predicadores del “tu puedes”

Insomnio

Psicología del hombre: Básico y Letal x 2

Psicología en Argentina

Hágalo con mímica: “No nos enseñan a hablar el lenguaje del Self”

CAPÍTULO 3. PSICOMUTACIÓN

Steve Jobs y las drogas

Steve Jobs: Básico y letal (¡otra vez!)

Psicomutación

CAPÍTULO 4. QUIÉN PROTEGE A LOS NIÑOS

¿Por qué sufren los niños?

Los niños no pueden soportar la demanda de desarrollo «industrial» de nuestro Ego

Madres asesinas

Padres separados y abandono – Parte 1

Padres separados: el doble abandono – Parte 2

La muralla psíquica

CAPÍTULO 5. INSEGURIDAD Y VIOLENCIA

Abusos sexuales y violencia: ni el cuerpo nos pertenece

Terrorismo financiero en AR

La masa y la conexión afectiva

Un nuevo objeto de consumo: la violencia

CAPÍTULO 6. ARQUETIPOS

Sentimiento de Culpa

El fin del patriarcado

La Sombra de Cristo

CAPÍTULO 7. PUERTA ESTRECHA

¿Cuáles metas?

Psicología y Arquetipos

Aplicaciones económicas

Los cuatro elementos

EPÍLOGO

600 guerreros cansados

El sacrificio de los niños

Reseña de la obra

Sacrifio ritual de niños

El libro que se presenta constituye una hipótesis de trabajo acerca del sacrificio de los niños como fenómeno cíclico y repetitivo de las sociedades humanas que, de modo individual y colectivo, correlaciona con momentos históricos de saturación percibida, en los cuales, los lazos afectivos se debilitan y fracturan, siendo los niños el eslabón más débil de la estructura de relaciones fraternas.

Dicha hipótesis se desarrolla a través de la modalidad del ensayo, dónde el lector es invitado a involucrarse, a través de la toma de consciencia, en los comportamientos que conducen a la agresión hacia los niños, desde las ansias de productividad hasta el sacrificio del “niño interior”, en el contexto de una “sociedad de consumo de seres humanos”.

La problemática es abordada por medio del estudio de arquetipos que conforman nuestra psiquis colectiva y que, como macro marco de referencia, modelan desde nuestros saberes inconscientes nuestros actos cotidianos, más allá de lo que podemos comprender. En la confrontación entre la racionalidad griega y la mitología judeo-cristiana, se traza esta línea de trabajo.